Lo que intenso inicia...
Vengan, acérquense, les voy a contar una historia. O más bien cómo acabó una. No sé muy bien cómo pasó o por qué pasó, pero si algo me sirve de consuelo es que no creo que haya sido mi culpa.
"Culpas", o responsabilidades, acciones que hacemos de manera deliberada, decisiones o simples y malditas coincidencias. Quién sabe. Señalar a la gente nunca me ha sabido bien y en este punto de mi vida no le veo el caso. Pasó y ya.
Dejó de pasar. Pero a veces una tiene que ser la persona razonable y simplemente decir que ya no está funcionando, ni modo, que le amas mucho pero que a la velocidad a la que vamos será cuestión de que todo estalle (más) y todo el amor que algún día tuvimos se vuelva puro y amargo resentimiento.
Pero el inicio de esta historia ya la escribí, a resumidas cuentas inició con una carta unos dos días después de mi cumpleaños. Alguien que se creó una cuenta nueva de gmail y me escribió una carta de no amor y desde las primeras líneas pude verlo venir pero de verdad deseé que sólo fuera mi paranoia.
Pero no era mi paranoia, de verdad tengo el maldito don de la clarividencia. Soy Cassandra milenial, una versión remasterizada y mexicana de Raven mentalmente enferma.
Me duele mi corazón mientras escribo esto, literalmente siento cómo si me lo estuvieran estrujando.
A veces, por más que una le ponga empeño y amor, las cosas nomás no jalan. Ellx y yo empezamos bien intensxs, recio, a la velocidad de la luz. Fuimos conscientes de eso, desde el primer contacto, que podría ser contraproducente, pero es que estábamos tan, ¿Cómo decirlo, embriagadxs? Intoxicadxs de alguna especie de hechizo que se crea cuando sientes una conexión muy repentina con alguien.
Yo a ellx no le conocía de nada. Sabía que existía y antes habíamos intercambiado un par de palabras y aunque siempre sentí un poco de curiosidad por conocerle más tampoco era una prioridad o una necesidad, sólo algo que por ahí orbitaba en mi caótica mente.
Pero ellx sí sabía quién era yo. Desde las sombras y el anonimato me leía en mis redes sociales, veía mis historias en Ig, participaba en silencio en mis ridículos planes. Un par de veces intentó hablarme en privado pero como soy terriblemente apática e ignorante de las redes sociales nunca pude ver ninguno de sus mensajes, hasta que me escribió esa carta y hablamos un poco, fue como si cada pista estuviera ahí frente a mi cara desde siempre. ¿Por qué no lo vi? Sigue siendo rarísimo para mí pensar en eso.
El timing. Si hubiera contestado a cualquier mensaje de esos, sé que le hubiera hecho mucho daño porque no estaba en un buen lugar en ese entonces. Pero ahora lo estaba, no en el ideal pero me sentía un poco mejor y ya no tenía el corazón tan lleno de telarañas.
Y le creí cuando me dijo que teníamos algunas similitudes y me maravillé aun más cuando descubrimos que teníamos un montón de cosas en común, más de las que cualquiera pudiera pensar y después nos explotó en la cara cuando también vimos, después de un rato de convivencia cercana y diaria, que éramos bien diferentes en aspectos muy importantes. La manera de gestionar nuestras crisis era literalmente opuesta y eso me dio un montón de miedo, la primera alarma se encendió: No era su culpa, y tampoco era la mía ser dos personas tan traumadas, pero no eran traumas que combinaran, por el contrario era hasta destructivo juntar esas partes nuestras, pero era inevitable no hacerlo porque eso al final es parte de lo que somos.
Decidí que no importaba, que valía la pena intentarlo, que podríamos crecer y aprender y esas heridas del pasado no serían las navajas con las que nos heriríamos el día de hoy.
LOL
Yo no soy una persona que confronta, soy bastante evasiva. Si algo me lastima o me duele prefiero ignorarlo en vez de hablarlo porque odio hablar de mis sentimientos. Es más fácil para mí fingir que nada pasó y ya, pero sé que eso es muy poco maduro y sé que eventualmente todos esos golpecitos se vuelven puro resentimiento, como una bola de nieve que cae desde lo alto de una colina y cuando lo hablo es sólo para estallar y mandar al diablo a la gente.
Pero ellx no, ellx sí me preguntaba y era súper perceptivx, como si tuviera años de conocerme, como si dios le hubiera dado la habilidad de ver dentro de mí. Sabía qué carajos me pasaba con sólo leer mis tuits, con sólo darme los buenos días y me preguntaba de forma directa y a mí eso siempre me ponía bien nerviosa porque pensaba que (y lo sigo pensando) a la primera discusión me van a dejar o yo les voy a dejar. Pero no pasó así con ellx, siempre fue muy receptivx a entender mi dolor y hacer algo por aminorarlo y eso me hizo sentir muy amada, de verdad que sí.
Pero la cantidad de discusiones o conversaciones difíciles que tuvimos empezó a crecer. No sé por qué. Primero fue por la manera tan "coqueta" de hablar con mis amixes de tuiter, ellx creía que le había mentido cuando le dije que no tenía ligues, y no los tenía -ni los tengo-, le expliqué que sólo era un juego, una manera divertida de relacionarnos, cariñosa, pero nada que fuera a traspasar o se pueda volver serio. Luego fue porque no le dije que Ingrid era mi ex -lol, lowkey mi culpa pero no lo hice con la intención de ocultarle algo, sólo fue algo que se me pasó, fue algo tan equis-, la manera en que no obtenía la respuesta a sus nudes como la esperaba de mi parte -soy muy torpe en ese aspecto!, no es algo que haga frecuentemente!-
Pero lo del ajo malo terminó por levantar la segunda alarma. Una decisión que tomó sin pensar en mí y que terminó rompiéndome el corazón, una fractura total, porque me hirió justo donde le conté que otrxs me habían herido. La voz en mi cabeza diciendo que tenía que irme empezó a tomar fuerza.
"Vete, porque esto se está por poner exactamente igual que lo del mimors"
Y yo dije que nel, porque ellx no era el mimors, ellx sí es amable, y a ellx sí le importa mi bienestar quizás más que el propio y...
Y al final resultó ser exactamente como el mimors, lmfao.
El principal problema con las inconsistencias es que ellx no se podía hacer cargo de ellas. Nunca se le ocurrió ponerme de sobreaviso, de programar mensajes o alarmas o lo que fuera, vamos, hacerme partícipe de ello de una forma activa. Sólo me dejaba esperando horas y horas, que con el pasar de los días se fueron extendiendo.
Yo no sabía lo que pasaba, al menos no de forma total y entonces mi mente se iba por los peores caminos: Mi pasado.
Así fue con el mimors, así fue con Karli. Ellx me iba a hacer lo mismo, lo podía ver venir, ¿Y yo no podría hacer nada?
Creo que siempre me esforcé en mostrarle un rostro compasivo y paciente, intentar entenderle y no juzgarle. Su salud física y mental son importantes para mí, pero era súper frustrante porque entendí que si no me decía o no hacía nada por aminorar mi sufrimiento era porque no quería hacerlo. Tan sencillo como eso. Quería hundirse solx, quizás creía que si me hacía su compañera en ese aspecto me hundiría a mí y por evitarse eso me alejaba.
De todas maneras para lo que sirvió, porque me hundió y esa fue la última alarma que terminó por despertarme: Esto no iba a acabar bien. El amor que le tenía fue sobrepasado por la angustia y el miedo, el dolor por su continuo abandono, y la incertidumbre de todo lo demás.
Ellx me hizo testigo, pero nunca cómplice y así fue que se acabó todo.
Pensé que, luego de convivir tanto, de nuestras citas del sábado en la noche, de cada nude, cada confidencia, cada palabra de amor, cada canción, cada sueño que nos compartimos, cada madrugada que tuvimos juntxs, cada miedo que nos confesamos y cada conversación difícil que tuvimos nos habría unido lo suficiente como para sacar adelante esto, que en nuestras circunstancias no era lo más ideal pero ahí estábamos al pie del cañón. Resultó al final que ese cañón y esas balas venían de ellx.
¿Pero por qué me hizo esto?
¿Por qué vino a escribirme cartas de amor, por qué dijo que me amaba, por qué se abrió conmigo y me alejó cuando tuvo mi corazón en su mano?
¿Por qué dijo que era intensx si para el final su tibieza casi me apaga por completo?
¿Por qué vino a hacerme sentir todo esto para que al final sólo me dijera "Adiós, Mariana"?
¿Qué le hice que fuera tan malo como para que creyera que eso estaba bien?
Lo único que se me ocurre es que ellx no me quería como yo a ellx. O que nuestras maneras de amar no combinaban, para el caso da lo mismo.
Les confieso que he llorado más desde que le conocí, hace cinco meses, que en los últimos dos años.
Ahora no tendré planes los sábados en la noche, ni a quién mandarle mis borradores para discutirlos. No tendré buenos días o buenas noches en mi teléfono ni su voz cobijándome en las lluviosas madrugadas.
En este momento siento el nudo en mi garganta, los ojos me arden por aguantarme las lágrimas mientras escribo esto, el corazón todavía me duele, quién sabe por cuánto más tiempo voy a estar así. Y ya sé que soy de la idea de que el dolor no es tan malo y que los corazones que no se rompen se vuelven de piedra pero verga, ¿Por qué siempre tiene que ser el mío el que termine en pedazos?
Lo que intenso inicia termina tan tibio, lo que en un inicio se presentó como una llamarada capaz de empezar incendios mortales terminó siendo apenas una débil y titilante flama de una vela a nada de morirse. Yo soy esa vela.
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