Perdonar es de pendejxs

 Estoy convencida de que en mis vidas pasadas fui la persona más ojeta de la humanidad porque de lo contrario no concibo cómo es que en este cuerpo y en estos años he tenido que perdonar tanto que siento que me quieren enseñar a hacerlo. Siempre soy yo la que perdono lo peor:

Se lo perdoné a Jordan cuando me negó frente a otras personas. 

Se lo perdoné a Karli cuando me dijo que le gustaba y después me metió en el clóset.

Se lo perdoné a Ingrid con todo el asunto de Monse que duró MESES, CASI UN AÑO.

Se lo perdoné  al mimors por su negligencia emocional y su continuo abandono.

Se lo perdoné a Adrián, se lo perdoné a Jules, se lo perdoné a Ale.

Perdoné a Jazmín cuando me abofeteó aquella mañana durante la secundaria. 

Le perdoné a Monse que jugara con mis sentimientos, una semana fui a visitarla a la CDXM para darle un regalo y después a la semana siguiente me mandó un güats para decirme que ya no me quería en su vida.

Perdoné a P por la mentira más grande que ha dicho en su vida.

He perdonado a mi hermana una y otra vez con sus groserías, una más grande que la otra.

Le perdoné a Diego Miguel su complicidad durante mi agresión sexual, verga. ¿Quién perdona eso? 


Lo cierto es que la mayoría de esas ocasiones ni siquiera me pidieron perdón. Yo les perdoné de a gratis, como la imbécil que soy. Esa gente duerme bien por las noches, me he desvanecido de sus mentes desde que dejaron de frecuentarme, ¿Y me estás diciendo que yo me despierto a las tres de la madrugada, en medio de una pesadilla? No mames. 


Y quizás piensen "si les hubieras perdonado no estarías sacándolo al tema" Pues sí lo saco, porque necesito entender por qué tengo que perdonar yo siempre. Si fuera al revés, ¿Ellxs me habrían perdonado? Lol, claro que no. 

La cosa con el perdón es que no puedes echarlos en cara. Yo al menos evito el tema otra vez y así es como me doy cuenta de que les perdoné de forma inconsciente: Cuando decido que es un tema que pasó, que ya no importa, que no tiene valor en mi relación con esas personas.

Claro, si consideramos que mis únicas relaciones existentes con ellxs son expresamente con Jazmín, P. e Ingrid.

Y después de todo, y que por fin me encontraba en un lugar seguro con alguien que me importa mucho, creí que eso de perdonar sería un tema innecesario o irrelevante. Que nada volvería a hacer tan difícil y tan doloroso como para tener que volver a perdonar en silencio, o que tuviera la necesidad de hacerlo. 

Pero pasó. Otra vez. Tenía años sin sentir esta angustia.




Un día después de mi cumpleaños recibí una carta de no-amor y desde entonces me embarqué en un romance con esta persona. En un inicio me maravilló lo similares que éramos pero conforme el tiempo fue pasando me di cuenta de lo diferentes que éramos incluso con tanto que compartimos. Y yo me sentía muy a gusto, a salvo, como un huequito en el mundo donde podía respirar aire limpio y tomar fuerzas para seguir luchando, para seguir con motivos para sobrevivir y aunque es cierto que nuestras circunstancias no son las ideales y que nuestros traumas parecen no encajar muy bien, a mí me importa mucho su existencia y su compañía. 

Y por primera vez en mucho tiempo todo el pasado parecía pasado, lejano.

Pero pasó. Otra vez. Como siempre parece pasar, como un boomerang que me alcanza. ¿Es inevitable?

Lo sabía. Le conté sobre el abandono del mimors, de Karli. Le conté sobre mi ansiedad, mi estrés post-traumático. Lo hablamos. Se lo pedí muchas veces: POR FAVOR AVÍSAME. Y solía hacerlo, en las pocas veces que tuvimos que abstenernos de hablar. Pero pasó.

Pasó lo que me aterra desde la primera vez que lo viví: El absoluto abandono.

Y pasé un día entero angustiada, triste, enojada, preocupada. Me dejó plantada a nuestro plan. ¿Me ghosteó? Me ghosteó. No contesta. Mis mensajes no le llegan. Apareció como cuenta activa en IG hace dos horas. Me ghosteó. Me va a dejar, esta es su manera de hacérmelo saber. Le llamé, no contestó. Le mandé un güats, le llegó el mensaje pero no respondió.

Me ghosteó. Me dejó. Se fue. Decidió que era suficiente de mí y me dejó. Sin decirme adiós. Otra vez voy a tener que sobrevivir al duelo de algo así. Y sí, tres meses no parecen suficiente pero no me lo creerían, se sienten como una vida entera, quizás dos. ¿Por qué no se despidió?

Me ghosteó.

Otra vez alguien se desvaneció entre mis manos y yo ni lo noté ni pude hacer nada.

¿Por qué lo hizo?

Me ghosteó.

Otra vez tengo que pasar por esto.

Dios.


Me forcé a pensar que algo había pasado, que no era capaz de hacerme algo así. Dijo que me ama, varias veces, dijo que me quería un montón, dijo que no concibía la vida sin mí. ¿Por qué entonces no sé qué está pasando? ¿Qué debería haber pensado?

Saltar al peor escenario es mi pasión, pero me esforcé mucho en mantener la mente abierta y darle una oportunidad de justificarse: Algo malo pasó. Quizás las torrenciales lluvias alcanzaron su casa. Quizás algo en su familia. Quizás algo de salud en su persona. Quizás...

Y cuando a media tarde del domingo se comunicó por fin, su respuesta me hizo sentir como un golpe en el estómago: Sólo no pensó en mí.

Eso fue todo.

Tomó una decisión que no salió como esperaba y la de los platos rotos fui yo. La del corazón roto fui yo, los platos rayados seguramente son los de su casa.

Pero yo con mis sollozos, y mi mal humor, y mi falta de hambre y el corazón encogiéndose, arrugándose en sus manos, haciéndose como papel arrugado, esa soy yo.

Otra vez. Otra vez pasó.

Otra vez alguien que quiero tanto no pensó en cómo sus acciones me iban a afectar. ¿Por qué?

¿Qué hago yo que detono esto en las personas?





Mi confianza en esa persona como mi corazón: Fracturada en sus manos. Mi amor intacto pero mis miedos al mil por hora, a la décima potencia. 

Extraño mi vida impulsiva del desapego: Apenas alguien hacía algo que me incomodaba recogía mis cosas y me largaba alv. Que te aguante tu madre. Pero NOOO, llegaron Karli y el mimors y me enseñaron a quedarme a hablar, a luchar, a esperar más y mejor, a hablar de mis incomodidades, a negociar y eso jamás se los voy a perdonar. ¡Yo era muy feliz corriendo ante el mínimo desacuerdo! ¡Jamás invirtiéndome en nada ni nadie! Ahora sólo es sufrimiento y perdón. Y para qué chingados.

Ustedes díganme para qué chingados.




Pero soy una ingenua y una imbécil y creo en el poder del amor. Creo en su poder destructivo y creo en su poder sanador.

Y creo que estaremos bien.




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