Deja Vú

 Técnicamente un deja vú es cuando tienes la sensación de que estás viviendo algo que ya viviste, no que pasaste por una situación similar, y quizás no aplique en esta situación pero por un segundo muy eterno lo sentí así:

El dolor en el pecho, como si me estuvieran intentando romper la cara toráxica. Las náuseas, el estómago tenso, los ojos ardiendo, mis pensamientos rebotando por las paredes de mi cerebro, asustándome, quebrándome. "Está en el hospital" me dijo "Está delicado pero estable" y lo peor: "Viste que dijera algo sobre su depresión? (...) Ya no nos decía nada".

Desde el momento en que supe que estaba en el hospital mi mente se fue al suicidio: Sé que se sentía solo, intenté animarlo un par de veces. Le di consejos, le escribía a su güats. Interactuaba en sus redes sociales. Quería que supiera que le interesaba a alguien.

Nuestra historia es compleja, escribí sobre él el año pasado y nuestro romance, pero deben saber que el amor siempre prevaleció y yo sigo pensando que es una de las mejores personas que he conocido. Tan talentoso, tan generoso, tan buena onda, tan compasivo, tan... tan él.

Lo sabía. Despareció un día de tuiter, dos días. Tres días. No había rastro de instagram. Las cosas de la vida me absorbieron. Cuatro días. Cinco. "Le voy a mandar mensaje" pensé "Mañana temprano lo hago porque seguro a esta hora ya está dormido". Lunes: "Hola [apodo cariñoso], no te he visto en internet, ¿Estás bien?"


Silencio.

El silencio es mala señal. La calma es parte de la tormenta, lo sabía. Cuando su hermano me dijo que estaba en el hospital lo supe: Intentó quitarse la vida.




Ni siquiera me voy a atrever a cuestionar sus motivos. No lo culpo, de hecho lo entiendo, en más de alguna ocasión lo hablamos y se lo dije: He pasado por ahí. Sé lo que es, todavía a veces lo siento, pero de verdad las cosas mejoran. Ni siquiera te das cuenta de cómo lo hacen pero sucede. Por favor créeme. 


Ya tenía un compromiso esa tarde y al que asistí con mi mejor cara: Comería con una amiga en uno de nuestros restaurantes favoritos. La abracé con ganas, platiqué con ganas, acerqué mi oreja a su cara para escucharla mejor (ponen música muy alta), me esforcé mucho en mostrarme presente pero a mitad de la comida me entraron unas ganas de vomitar tremendas. Me golpeé la rodilla varias veces por chocarla contra la mesa de lo ansiosa que me sentía. Ante la mínima vibración que percibía de mi bolso sacaba mi teléfono, esperando noticias de él.

Quizás mi amiga no percibió nada raro (y si sí, gracias Yazmin, por no hacerme sentir mal por ello) pero todo el camino a casa estuve sollozando: Me limpiaba las lágrimas, jalaba aire, me dolía el pecho, las náuseas, las manos me sudaban, no importaba lo fuerte de mi música mis pensamientos eran más ruidosos, la gente se me quedó mirando, dios por favor no dejes que me desmaye...

Todo está mal: Él no tendría por qué estar pasando eso, su familia tampoco. Yo lo sabía pero también sabía que aunque me presentara afuera de su casa con anillo de compromiso en mano y le diera hijos, nada de eso le habría ayudado. Sí, es cierto que la gente que no quiere ser salvada no puede ser salvada, pero eso no es lo que él quiere. Estoy segura que no. No puede, ¡Es una gran persona!...

2018, una de mis mejores amigas se quitó la vida. Me avisó su novia, una noche de mayo. Al día siguiente fui al trabajo, contesté mensajes y mi novia de entonces no estaba siendo de ayuda, mis xadres tampoco. Mi roomie me abrazó cuando totalmente ebria le conté, dos semanas después. Y no recuerdo nada más, porque estuve los siguientes dos meses ebria.

El dolor de pecho era igual, las náuseas, el insomnio, el dolor de garganta, los nervios, los pensamientos, el ardor por dentro, el miedo, las ganas de gritar, de llorar, dios me quiero matar pero antes matarlos a todos.

Otra vez tenía veintidós años viviendo en una ciudad extraña con una buena amiga como única compañía. Mi novia, inútil a la distancia, indiferente a todo. Mi mejor amiga no me hablaba aunque nos topáramos en las escaleras del edificio en el que vivíamos. Mis padres diciendo que como no la conocían no debía ser tan importante. Mis compañeros de trabajo acosándome, inventando chismes de mí, haciéndome caras y rehusándose a hacer lo suyo. El hambre, el insomnio, la bebida... El fourloko costaba 36 pesos, me tomaba uno para dormir cada noche. 

Fue como morirme en vida.

El dolor cuando había silencio, cuando alguien expresaba la más mínima señal de tristeza yo brincaba. 

POR FAVOR NO TE MATES.


Yo quería morir, en ese entonces. 

Hoy también quiero morir.





Pero esto no se trata de mí.




Quizás las cosas son un poco diferentes. Mi amigo no murió, sólo estuvo hospitalizado. Ya no tengo mejor amiga pero Ingrid y Cuadros estuvieron muy al pendiente. Sam me dio la oportunidad de ventilar con ella (si lees esto, Sam, te quiero mucho!!) Mi amante ha hecho lo que puede por acompañarme. Mis padres están preocupados, mi papá me hace preguntas. Mi perro lame mis lágrimas, el vodka es más amable.

Estoy tan triste, quiero darle lo que me queda de vida a mi amigo, para que tenga fuerzas de vivir. Sé que es egoísta pedirle a alguien que viva sólo porque no quieres perderlo, pero de verdad no puedo soportar la idea de un mundo sin él. No puedo vivir ese deja vú otra vez.








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