Si alguien hubiera podido salvarme, habrías sido tú

 Hay dos conclusiones a las que pueden saltar cuando paso extensas temporadas sin actualizar mi blog: O ya me morí o todo ha estado tan aburrido que no tengo nada -ni una queja- qué compartir, lo cual es hasta preocupante si consideramos lo mucho que me gusta quejarme.


Últimamente pienso en lo aburrida que estoy y que es enteramente mi culpa. También pienso y recuento mis muy realistas propósitos de año nuevo y veo con desilusión lo mucho que estoy fallando. Fallándome a mí, no importa tanto porque creo que estoy acostumbrada a nunca cumplir mis propias expectativas pero fallando al fin y al cabo.

Es fácil pensar en tonterías cuando tienes tiempo libre -y últimamente he tenido de sobra-, siento que mi depresión está carcomiéndome el cerebro y en esos momentos no puedo evitar pensar en el pasado.


El otro día me apareció un tuit en mi TL que decía algo así como que la nostalgia era la manera de nuestro cerebro de combatir la violencia de la realidad del pasado pero que en realidad era un engaño porque el pasado también estuvo culero, pero si tu cerebro se daba cuenta te invitaría a matarte alv. Palabras más, palabras menos, no pude estar más de acuerdo.

De ratos me encuentro extrañando ciertas dinámicas, sentimientos, incluso personas y cuando me detengo a ser objetiva, me doy cuenta de que fueron épocas bastante difíciles para mí, incluso entonces. Siento que toda mi vida, desde la primaria, he estado en modo de supervivencia, luchando por mi vida. ¿Y para qué? Wey, ni me gusta vivir tanto. Supongo que tengo esta maña de pensar en que puedo acicalarme la existencia pero de verdad que si puedo elegir me voa borrar del mapa sin dudarlo. (Y ni modo)



Reflexiono en lo sola que me siento. Tengo chats sin contestar, en medio de conversaciones interesantísimas con gente increíble y no puedo animarme a responder de forma adecuada por más de dos horas seguidas. Cuando hablo con alguien durante cierta cantidad de tiempo, una sensación incómoda se remueve dentro de mí. No sé si es hastío, o inseguridad, aburrimiento o simplemente desilusión:

Dije que no iba a comparar a nadie con [redacted] y [redacted] y nomás no puedo.

Hablo con quién sea y por dentro pienso: "[Redacted] no diría esto, [Redacted] sabría qué decir". Así no voy a llegar a ningún lado, voy a terminar ahogándome en esta amargura y no creo que sea muy justo para mí porque primeramente yo no hice nada malO (debatible) y además nO me lo merezco (cuestionable) pero para ofrecer una nueva perspectiva: ¿Cómo chingados pretendo retomar mi vida romántica, o simplemente abrirme a nuevas experiencias, si uso a karli y al ex mimors con regla para medir a todes quiénes pudieran estar interesades en mí?

Hipócrita cuando menos, de mi parte digo.


Y la cuestión es que, verga, como lo dije antes, la nostalgia es como esta bruma intoxicante que te engaña. Yo sé que lo que mi corazón roto anhela, extraña y romantiza son atisbos de lo que alguna vez fue, pero no es su totalidad, esos fantasmas no son personas reales, y francamente qué frustrante sentirme así cuando soy consciente del daño que me hicieron, del que estoy -debería estar- mejor así, sin ellxs.


Bastantes meses después de la ruptura con [redacted], se me presentó alguien en bandeja de plata: Rostro lindo, actitud entusiasta, versado en sus años, sus conversaciones y su atención. Desde un inicio sentí algo incómodo porque noté la primera maña de engaño en su primer acercamiento pero decidí ignorarlo. Se alargó un par de semanas esa situación. Pasé de estar contenta y disfrutar mi tiempo con él hasta terminar hartísima. ¿Pero por qué? ¿Qué no estaba cumpliendo en mis parámetros? El tipo era guapo, era inteligente, era divertídisimo, era súper paciente con respecto a mi hábito de la bebida, teníamos gustos musicales en común, ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué no puedo sentir algo más que una simple atracción de pasillo?!

Atracción de pasillo, es lo único que he estado viviendo. Las describo como estas situaciones donde si te veo me gustas, pero si no te veo se me olvida que existes. Algo tan intrascendente, tan efímero, como querer detener chorros de agua con las manos. Es cansado y es hiriente para los demás, lo sé. Procuro mantener una postura honesta y desde un inicio advertir: Yo no puedo hacerte promesas de nada. No puedo asegurarte que después de un tiempo mis sentimientos vayan a profundizarse, tampoco te puedo prometer compromisos o siquiera que pueda mantener el interés, su intensidad, de manera fija.

Esa historia terminó mal. Lo acabé ghosteando porque cruzó las líneas que le pedí con tanta insistencia que mantuviera (ODIO QUE ME VEAN COMO CASA EN OBRA NEGRA, ODIO QUE INTENTEN "RESCATARME", ODIO QUE ME CONVIERTAN EN SU MANIC PIXIE DREAM GIRL)




Semanas después, no muchas en realidad, volví a embarcarme en otra "atracción de pasillo", pero esta vez tuve la ligera sensación de que las cosas podían ser diferentes. Que podía significar algo más. Él y yo no éramos desconocidos, ya nos teníamos en el radar desde hacía un tiempo considerable y por diversas circunstancias nunca habíamos podido coincidir. Nuestros coqueteos públicos se volvieron intensos y hasta sexuales en la intimidad de una conversación tú a tú. Y aunque había cosas que me hacían levantar algunas banderas rojas, pensé que era injusto juzgar a alguien por ello porque estoy segura no estoy en ningún escalón moral para señalarlas, yo soy una bandera roja andante.

Las semanas se volvieron meses y estaba yo cómoda. La sensación de que la inevitable comparación con [redacted] llegaría era inminente pero cuando comenzó a aflorar, la agonía de su desesperación quebrantó eso que teníamos, tan frágil y tan verdadero: Era evidente que no estábamos en los mismos lugares. Él quería más de mí, algo que yo no sabía si podía darle o siquiera ofrecerle. Yo quería irme con calma, tenía miedo de que algo terminara haciéndome pensar "[redacted] lo habría hecho diferente" pero pasó. Las dudas, el miedo, la inseguridad, LAS MENTIRAS.

La única mentira que me importó y que cambió todo para mí, de putazo, incluso mis sentimientos, fue lo que me despertó de lo que fue un febril sueño de primavera. ¿Había sido real? Seguramente sí. No lo suficiente como para que fuera honesto conmigo pero lo fue en su medida, supongo.

La inevitable separación, otra vez tener que acostumbrarme a no hablar con nadie en mi día a día, esta vez no fue tan difícil.



El otoño llegó. Otra atracción de pasillo se asomó por ahí y como la vez pasada, no fue alguien que me fuera ajeno. Ya sabía que le gustaba, ya me lo había confesado y yo ya le había dado una respuesta (ahorita no, joven) 

Incluso cuando ese punto de inflexión pudo significar el quiebre de nuestra amistad creo que sólo la profundizó más. A veces me pregunto si le estoy dando demasiadas vueltas al asunto: Es guapo, es inteligente, es interesante, es buena onda, me gusta, me gusta compartir tiempo con él, me gusta hablar con él, ¿Qué me detiene de intentar corresponderle?

Mi respuesta tajante fue no, pero la explicación que quizás era un poco contradictoria, hipócrita o hasta manipuladora me endulzó hasta a mí los sentidos: Es que te mereces a alguien mejor. Yo no podría ofrecerte algo serio, algo estable, algo decente, algo que te enorgullezca, algo a lo que te puedas aferrar devotamente.

¿Quién soy yo, ahora, más que una mediocre y desempleada intento-de escritora? ¿Que prefiere gastarse sus cinco pesos en emborracharse en vez de ver a sus amistades o consumir algo de cultura? ¿Que habla con fantasmas, que extraña un pasado terrible porque el pasado la tiene aturdida y el futuro le aterra? ¿Que no puede prometerle que no intentará matarse en los siguientes siete meses?

Y él es tan leal, tan lindo, tan comprensivo, tan paciente y con tanto amor para dar. Si me lo da a mí, lo voy a terminar vomitando como si de vodka con jugo de naranja se tratara. Si me lo da a mí, es probable que termine apagando su luz interna.

¡Y vaya, que no me gusta hacerme la víctima -nomás tantito- ni hacerme la interesante ni hacerme la escritora torturada! Pero es cierto.

Vieran la cantidad de gente, amistades y "ligues" a quiénes he lastimado por ser así de irresponsable. Porque me importó primero mi propio placer y mi propia conveniencia por encima de sus necesidades o de sus límites.

Una vez el ex mimors dijo que soy fuego y es cierto, porque todo lo que todo lo destruyo. Tengo miedo de romper a la gente buena. ¡El mundo necesita gente buena, de corazones generosos, de mente amable!



¿Pero es justo para mí? ¿Estoy negándome el amor que merezco y necesito y deseo porque estoy encaprichada con mis historias pasadas? ¿Estoy protegiendo los intereses de él, porque soy su amiga y deseo su bienestar y su felicidad? ¿Estoy saboteándome?


Hacía un buen rato que no venía a este blog a escribir nada porque sinceramente cada vez que escribo de esta manera tan visceral es sólo abrirme la herida y ver de cerca mi propio abismo y oscuridad. Todo se siente tan real aquí, entre esta hoja blanca, las letras negras y mi espalda cansada. Estoy sola aquí entre tú y yo contándote esto, y antes eso me traía un consuelo pero ahora me aterra, me agota, me hiere.


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